lunes, 30 de noviembre de 2009

Seguridad... aterradora

Si no es la gripe A, son los violadores, los ladrones o los asesinos en serie. Siempre, siempre hay algo o alguien acechando dispuesto a hacernos daño. Por suerte para nosotros, también parece haber el mismo interés, por parte del Estado, por protegernos de todas estas y otras amenazas. La cárcel, vacunas, cámaras de seguridad e incluso indemnizaciones millonarias, en el caso de llegar demasiado tarde. Todo parece estar planificado a la perfección, cubriendo todos los flancos posibles. Aunque en la realidad, no todo es tan perfecto.

Todo es susceptible de ser mejorado. Podríamos contar con unas fuerzas del orden que impusieran más orden y que se ocuparan de lo que realmente preocupa a la población, podríamos tener unos políticos que defendieran lo que le importa de verdad a los ciudadanos, podríamos, entre todos, construir un mundo mejor. Stieg Larsson, en su trilogía Millenium, propone cambiar la sociedad sueca mediante una intromisión del Estado en la esfera privada de las personas. El Estado protegería al ciudadano de todo aquello que pudiera dañarlo, incluso de sí mismo: de los políticos corruptos, de los funcionarios perversos o de los servicios públicos que no cumplen con su cometido. ¿El precio a pagar? Una exposición de la intimidad a la que no todos estarían dispuestos.

El caso sueco puede aplicarse a cualquier país. Al fin y al cabo, en todas partes hay polvo que barrer. Sin embargo, ¿es la que propone Larsson la forma más eficaz de proceder? ¿La intimidad del ciudadano ha de sacrificarse hasta el extremo para garantizar su propia seguridad? ¿Y en qué manos dejaremos toda esa información? Si el Estado es corrupto, no es el mejor candidato. Y, en cuanto a las instituciones privadas, seguramente deberían hacer frente a chantajes, sobornos o incluso amenazas de partes interesadas en hacerse con datos tan valiosos. Por supuesto, la seguridad de las personas debería ser un asunto primordial en el Estado, pero no creo que deba conseguirse a toda costa, utilizando cualquier medio posible, vulnerando incluso los derechos de los propios ciudadanos. Una seguridad así resultaría aterradora.

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