Algo tan natural como el deporte se ha convertido en un escenario ideal para que muchos colectivos compitan más allá de lo permitido. Aunque no es nada comparable la “guerra” entre los adversarios de la de sus fieles seguidores, rivales contrincantes. Mientras unos compiten en el terreno de juego, muchos otros pelean desde las gradas o desde sus casas. Se sienten los colores y se extrapola a otros campos, se añade la historia, la política, el patriotismo y se alzan banderas. El blanco se convierte en facha, si no eres del Barça ya no eres buen catalán y si no defiendes tu selección (como si todo el mundo tuviera que tenerla) no mereces vivir donde vives. Y mientras los que, hipnotizados (según mi opinión), guerrean hasta el final para defender los colores, otros sudan camisetas a cambio de fortunas inimaginables. A mí eso si me violenta y me hace subir los colores.
Laura Casals
Laura Casals
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