lunes, 2 de noviembre de 2009

La maté porque era mía


Enciendes el televisor y siempre lo mismo. Otra víctima de violencia de género. Un hombre que ha matado a su mujer o a su novia porque ella no quiere estar más con él. Un maltratador no necesita más motivos para matar a su pareja. O también está el típico hombre que llega borracho a casa y le da una paliza a su mujer porque sí, porque ella es de su propiedad y punto.

Desgraciadamente, cada día se dan más casos de violencia de género. Aunque también es verdad que sólo conocemos lo que los medios de comunicación nos dan a conocer porque muchas mujeres sufren en silencio los maltratos de sus parejas diariamente. Precisamente, el miedo a que sus parejas puedan llegar a matarlas hace que no denuncien la situación por la que están pasando y prefieren seguir siendo maltratadas e intentar esconder bajo maquillaje moratones y golpes.

No sabría decir exactamente si la violencia de género ha aumentado con los años o no.
Pero lo que sí puedo asegurar es que hace unos cuarenta años atrás lo más normal del mundo era que los hombres dieran una bofetada de vez en cuando a sus mujeres por el simple hecho de “mantenerlas a raya”. Las mujeres callaban y aceptaban, sumisas, los “toques de atención” de sus maridos porque era visto como algo normal y todas las conocidas aguantaban lo mismo. Eso si, parece ser que durante aquellos años los maridos no asesinaban a sus mujeres. Les daban una bofetada de vez en cuando pero no las acababan matando. Hoy en día encontramos dos casos completamente opuestos: las mujeres que cuando a la mínima de percibir violencia de género acuden de inmediato a las autoridades para detener desde raíz el maltrato; o, como hemos dicho anteriormente las mujeres que se callan y sufren en silencio.

Gracias a dios las mujeres han sabido revelarse y poner solución a este problema que cada año se cobra tantas vidas. Pero para que esto pudiera ser completamente perfecto faltaría que ese porcentaje de mujeres que continúan sufriendo los malos tratos tuvieran el valor de denunciar a sus maltratadores.

Sandra Fontanet

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