martes, 3 de noviembre de 2009

De género, Violencia

Había bebido, se puso nervioso, vestía apretado, tenía demasiados amigos y cien excusas más para intentar justificar lo intolerable, lo inmoral, irracional e inaceptable. La violencia de género es noticia cada día aunque no sea un hecho nuevo ni reciente.

Desde siempre aquel que tiene más fuerza ha tendido a mandar sobre el más débil (e aquí una de las leyes no escritas de la selva), aunque otros varios aspectos, digamos no-naturales, han contribuido en remarcar las diferencias entre, por ejemplo, el hombre y la mujer. Sin embargo desde hace pocos años el hecho ha pasado a ser “actual” mediáticamente hablando, sobretodo si la agresión acaba con alguna víctima mortal. Algunos comentan que “es que ahora las mujeres hacen más lo que les da la gana, y así el mundo no puede funcionar”, otros se lamentan y protestan en contra de tales aberraciones, sin embargo otra gran parte de la población ignora el televisor cuando en los informativos se anuncia el delito. La gente se insensibiliza con lo cotidiano, lo que extrañamente ha pasado a ser “normal” ya no se recibe con tanta atención.

Afortunadamente y paralelamente a todo esto el número de denuncias por parte de las víctimas también ha ido en aumento. Ya no solo las más feministas se revelan, sino que cada vez una mayor parte de ellas delatan al maltratador. Sin embargo aún no es suficiente, se necesita un cambio global en la forma de ver las relaciones entre mujeres y hombres, un cuestionamiento de los roles sociales y estereotipos. Estos cambios deben partir de las personas adultas con el objetivo de que se transmitan eficazmente a los más pequeños. Para darle final des del principio.
Laura Casals

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