miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cada 18'' una mujer es maltratada en algún lugar del mundo.


En 2008 se produjeron 102.363 denuncias de malos tratos (74.000 físicos y 24.000 psíquicos), se realizaron 109.906 atestados policiales y se dictaron 41.439 Órdenes de Protección. Lamentable. Penoso. Y eso no es todo.

En los últimos años, las estadísticas Españolas muestran un aumento en los maltratos de las mujeres; no se sabe si es debido a que en los últimos años verdaderamente ha habido más violencia de género en España, si es debido a que la denuncia del maltrato está socialmente más aceptada, o que es más fácil coleccionar este tipo de datos. Pero, ¿qué más da? Los informativos nos devuelven casi diariamente a la realidad: cada 18 segundos una mujer es maltratada en algún lugar del mundo.

La violencia doméstica no es, sin duda alguna, un problema social surgido en la contemporaneidad. Es bien sabido, que su practica estuvo legitimada hasta el fin del franquismo, cuando el Código Civil derogó la potestad conyugal que autorizaba al marido a corregir a la esposa y la obligaba a obedecerle. Aun así, los maltratos conservaron su consideración de fenómeno privado, algo que desgraciadamente sucede en algunos hogares pero que forma parte de la vida privada de las parejas y en lo que, por tanto, no hay que intervenir.

Afortunadamente, las estadísticas de los últimos años manifiestan la imposibilidad de negar la existencia de este grave problema social, que va mucho más allá del concepto de “disputas familiares” y que afecta profundamente las bases de la convivencia entre hombres y mujeres. Y es que para nada se trata de discusiones conyugales, sino de substratos alimentados con falsas creencias sobre el significado de masculinidad, y de la superioridad “natural” de los unos sobre las otras que impone la sociedad patriarcal en que aun vivimos.

En conclusión, pienso que la violencia de género es un problema que ha existido a lo largo de la historia, pero que ahora, por fin, empieza a tomar la relevancia que merece en las políticas de estado (penales, psicológicas, educativas, …) y también en los medios de comunicación. Por ese motivo –visibilidad!-, vemos que cada año aumentan las denuncias. Los casos, lo dudo.
Laia Framis Amatllé

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