lunes, 12 de octubre de 2009

Venganza y justicia (y viceversa)



Creo que la sed de venganza es un sentimiento perfectamente humano. Es más, pienso que es un instinto que frustra mucho no poder satisfacer . En mi opinión, tomar ciertas represalias no es necesariamente malo, y puede hasta ser higiénico para nuestra salud mental.

Aún así, quienes idearon los estados modernos consideraron que, para salvar la sociedad de crueldades constantes, los ciudadanos debíamos ceder nuestro histórico derecho de saldar cuentas a un ente llamado justicia.

Esta institución rige desde entonces los procesos de reparación del mal causado y es la encargada de satisfacer nuestros deseos de venganza. Pero … ¿que pasa cuando el Estado se revela inútil en el cumplimiento de este compromiso?

Pienso que este es el caso –entre otros muchos, ¡demasiados!- en el que se encuentra la protagonista de Millenium, Lisbeth Salander. Se trata de un personaje atormentado al que la sociedad ha dado la espalda desde el momento en que nació. Por este motivo no confía en los códigos establecidos ni en las instituciones que nos representan y actúa con total independencia y crueldad para vengar su desgracia.

Yo nunca he creído en la Ley del Talión. Nunca. Jamás. Estoy de acuerdo con Ghandy en que si nos rigiéramos por el Ojo por ojo, el mundo acabaría ciego. Y de ahí mi sorpresa al considerar que la venganza de Lisbeth no es sólo justa y merecida, sino ejemplar. Brillante. ¿Como defenderse, sino, del sistema viciado y corrupto en el que vive y de la absoluta indefensión a la que ha sido condenada?
Laia Framis Amatllé

No hay comentarios:

Publicar un comentario