lunes, 12 de octubre de 2009

Contra las buenas costumbres

Inmoral.
Si partimos del significado que propone la Real Academia Española para esta palabra, según el cual una acción de este tipo “se opone a la moral o a las buenas costumbres”, ciertamente se podría tachar la actuación de Lisbeth Salander de inmoral. Atar a tu tutor a su propia cama tras haberle propinado una descarga eléctrica para después torturarle y humillarle no es lo que el conjunto de la sociedad coincidiría en considerar una “buena costumbre”.

No obstante, el comportamiento de Salander no es fruto de un ataque de locura fortuito. Es la respuesta a una acción igual de inmoral, impulsada en esta ocasión por el citado
tutor, Nils Bjurman, quien aprovechándose de la situación de poder que ejerce sobre Lisbeth por ser el administrador de sus bienes no duda en someterla físicamente a sus más turbios deseos.

Pero aún así, la actuación de Lisbeth sigue siendo totalmente inmoral. Una venganza de tales características no ayuda a conseguir una armonía social, sólo genera más odio. Es un círculo vicioso. La violencia crea más violencia.

Aunque lo cierto es que por muy inmoral que sea, pocos permaneceríamos impasibles en una habitación cerrada a solas con Bjurman si esa tal Lisbeth Salander fuera nuestra hija, hermana o pareja. Dudo que el deber moral le ganara la batalla al odio y a la rabia.

No sé si yo sería tan benevolente con ese sujeto como lo fue Salander.

Blanca Mendiguren

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