sábado, 2 de enero de 2010

Descargando intimidad. Faltan cinco minutos.

Imagen de Clay Bennett

Hacker: Del inglés hack, hachar. Dícese de una persona con grandes conocimientos en informática que los utiliza para acceder a un sistema protegido por puro reto personal, sin intentar causar daños.

Cracker: Persona que pone en práctica sus conocimientos en métodos hacking para realizar acciones delictivas.

Suelen haber turbulencias y los conceptos se mezclan. Tanto en los medios de comunicación como en la sociedad en general se tiende a utilizar únicamente el primer vocablo pero con la segunda definición. Pero los hackers no son “tan malos” como nos hacen creer. No se recrean destrozando discos duros con virus de todo tipo ni infectando redes. No colapsan servidores ni tiran abajo páginas web. Sólo son apasionados de la informática a los que les pica el gusanillo de la curiosidad…

Su filosofía no se basa en la destrucción. Queda clara la distinción, de acuerdo. Pero aún así, la intromisión que practican en ordenadores ajenos no es lícita. Como bien dice José María Perceval, esta infiltración atenta contra la libertad individual. La libertad y el derecho de cada uno de nosotros a poder tener todos los secretos que nos plazca apelotonados en cientos de carpetas cerradas bajo la llave de una contraseña de ocho dígitos.

El hacking puede ser útil, sí. Entre otras cosas, resulta un buen método para cazar delincuentes. Pero como en todo, debe existir un equilibrio, pues la intimidad no puede sacrificarse por la seguridad. Es evidente que si todos los cuerpos de policía tuvieran acceso directo a todos los ordenadores del mundo, se podrían evitar muchos asesinatos y casos de pederastia o de malos tratos. Pero quien entonces moriría sería la Libertad.

En Millenium, el hacking se presenta como la mejor herramienta para descubrir la verdad. Todos los personajes de los que Lisbeth Salander sospecha y a los que hackea el ordenador resultan ser malvados y perversos. Pero podría no haber sido así. Peter Teleborian podría haber sido un buen hombre al que, sin ser culpable de nada, le revisan el ordenador documento a documento.

Sólo al tener sólidas sospechas de que alguien es culpable de algo es cuando la policía debería actuar como hacker. Sólo de forma justificada y no arbitraria. O se practica el hacking en pequeñas dosis, o jaque mate a la libertad.


Blanca Mendiguren

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